Mi primer caso...

Un caso que marcó mi vida en la policía, fue el del secuestro en plena calle de una joven. El le tenia un cuchillo cerca de la garganta y gritaba que la iba a degollar si hacía cualquier movimiento hacia mi arma. Son momentos que por mucho entrenamiento que tengas te dejan petrificado, una cosa es el entrenamiento y otra muy diferente encontrarte en una situación real donde te juegas la vida de un inocente.

Pronto se congregó una multitud y llegaron otras unidades  que me pusieron a mi mas nervioso, pues el hombre se estaba poniendo más agresivo y la situación se estaba descontrolando, estaba seguramente bajo la influencia de alguna droga, posiblemente cocaína que en esos casos le dá al individuo una falsa percepción de intocable.

El hombre gritaba que si no se retiraban le cortaría el cuello y yo le pedí a los compañeros que se fueran y que avisaran al experto en negociación de rehenes. En cuanto nos quedamos solos, el hombre le dio un tajo profundo en el cuello y se lanzo detrás de un seto que tenia a la espalda.

Yo me lancé directamente a auxiliar a la víctima para intentar corta la hemorragia, en ese momento era lo que más me preocupaba. No era casualidad el sitio donde se encontraba ese delincuente pues al lado del seto había una alcantarilla destapada por la que según un vecino que estaba en un balcón había desaparecido...

La victima murió en mis brazos y sin poder contenerme lloré de impotencia y rabia, me prometí que no cejaría hasta que lo metiera en la cárcel, pero en mi fuero interno deseaba que no se dejara atrapar para matarlo yo mismo el la primera ocasión que tuviera, siempre que pudiera disfrazarlo de legalidad... 

El médico del cuerpo me dío una baja tras comprobar mi estado y estando en casa, vi una noticia en tv de una masacre que se produjo en un domicilio en un pueblo cercano, una familia de cinco miembros se encontró muerta en su casa degollada, el matrimonio y tres niños pequeños. Entré en estado de shock culpandome a mi mismo de esas muertes por no haber detenido a ese salvaje, pero acabe con mi encierro doméstico para dedicar cada día a localizar a ese individuo antes de que volviera a asesinar.

Mis compañeros, consiguieron a través de una cámara de seguridad de la zona, poner nombre a ese cabronazo y tras conocer su dirección, pusieron bajo vigilancia el sitio que resultaba era la dirección de su madre con la que vivía. La primera vez que hablaron con ella decía que llevaba mucho tiempo sin aparecer y no sabia donde podia estar. Aparte la madre negaba a que su hijo pudiera hacer eso porque era un hombre estupendo. Un buen chico en todo...

En quince días le quitaron la vigilancia a la casa pero yo que seguía de baja, cada noche a las nueve y disfrazado de pordiosero y siempre con un cartón de vino en la mano, me apostaba frente a esa casa hasta que amanecía...ya formaba parte del paisaje nocturno hasta el punto que algunos vecinos me traían la cena, incluso la madre del individuo lo hacia...

Pasé así cuarenta y cinco días sin desfallecer y una madrugada saltó la sorpresa, ese asesino que tenia fijada su cara en mi mente, pasó por debajo de la farolo cerca de la casa de su madre, me aposté cerca del portal y esperé pacientemente con mi pistola en el bolsillo...solo estuvo veinte minutos dentro y al salir del portal, vio mis ojos mirándole de frente y mi pistola apuntándole a la cabeza...

Balbuceo, está bien me entrego, se puso blanco como la pared cuando comprendió que yo no iba a arrestarlo, metí el cañón de la pistola dentro de una botella de plástico ,la acerqué hasta su cabeza y disparé sin un mínimo atisbo de piedad por el...Me fuí a mi casa, me duché, me afeité y por primera vez en muchos días dormí como un crío. A la mañana siguiente me dí una vuelta por ese barrio y nadie me reconoció...


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